viernes, 6 de mayo de 2005

El efecto Coriolis

(Nota: ahora que tengo internet en el portátil, puedo volver a escribir lo que se me pase por la cabeza...)

Pequeña lección científica: para aquellos que no vieron el capítulo de los Simpsons en el que Bart llama por teléfono a Australia (y acaban todos yendo allí y siendo expulsados, por supuesto), el efecto Coriolis es una fuerza virtual responsable de que las nubes formen remolinos, de que el agua caiga en espiral cuando tiramos de la cadena... y el hecho es que sí, en el hemisferio sur el agua gira en sentido contrario que en España. Personalmente, sólo he estado una vez en esa mitad del mundo (una semana en Australia en el verano del 2002) y se me pasó del todo comprobarlo. Sólo me acordé del tema cuando fui a Japón (donde gira igual que en España), pero siempre que iba a asegurarme de que es como en España, me encontraba con semejante aparato:



(cuando me haga millonario con las matemáticas me voy a comprar uno de estos para cada habitación de la casa).

Volviendo al tema, este hecho de la naturaleza se puede extender también a las relaciones humanas. Una pregunta para que os fijéis si no lo habéis hecho nunca: cuando dais dos besos a alguien, ¿por qué lado empezáis? (podéis probar en casa; los del departamento de Matemáticas en Santander podéis hacer la prueba entre vosotros la próxima vez que bajéis al café). Es el tipo de estupidez que nunca os habríais parado a pensar... a menos que os fuerais a vivir a un continente donde los besos, además de más escasos, se dan al revés. Sí, aquí empiezas por la mejilla derecha, y si lo haces bien terminas en la izquierda (y si lo haces todavía mejor...). Así que me podéis imaginar encontrándome de vez en cuando con pequeñas "incompatibilidades" con las diversas chicas a las que voy conociendo. La única chica con la que he sido "compatible" hasta ahora aquí es una de mis compañeras de tango... que es francesa (aunque encantadora).

Ya imagino que los lectores estarán ahora pensando (a) en la inmensa estupidez que están leyendo en estos momentos, o (b) en las muchas posibilidades que ofrecen estos malentendidos: "ah perdona, ¡es que en España lo hacemos así!". Atajo de crápulas... a todo esto, cuando te presentan a alguien, sea quien sea, olvida los dos besos de rigor, como mucho un apretón de manos salvo en contadas ocasiones.

También está eso de que aquí se baila poniendo un poco más de distancia. Sobre todo en el tango, estando acostumbrado a abrazarme a cualquiera que baile conmigo, se hace raro acostumbrarse a la resistencia constante e insistente de un brazo que te separa de tu pareja. En fin, que no se diga que no estoy teniendo ningún problema de adaptación... si no fuera por mi experiencia en Santander, creo que no me acostumbraría nunca a esto, pero el caso es que luego las canadienses son mucho más cercanas cuando las empiezas a conocer un poco, y esto se queda en anécdotas que contar en el weblog de uno.

Por cierto, Gwen, la mujer con la que vivo, me ha preguntado qué dice la letra del himno español. He estado por tararearle el "chunda chunda" que tan bien nos representa, pero me he limitado a decirle que se aceptan sugerencias.

4 comentarios:

... y Anónimo dijo...

Saludos David;
Felicidades por tener que estar en esos lares.
Por cierto, tienes razon, claudio y yo lo hacemos de la misma manera.No preguntes como lo se, pero somos compatibles.
Un saludo.
Domingo.
P.D. Espero que tu le ganes a claudio en tener hijos.

... y David Sevilla dijo...

Juer, dejad de decirme lo de los hijos, ya es bastante presión que me lo haya dicho un vidente por internet... :P

David

... y Anónimo dijo...

David, eso no me suena haberlo escrito yo,
ademas, creo que claudiu y yo no somos compatibles.
Domingo

... y David Sevilla dijo...

Domingo (el de verdad o el otro),

Creo que deberías aclarar tus sentimientos con respecto a tu compañero de trabajo. Seguir con esta situación de incomunicación sólo servirá para haceros daño. Si yo fuera tú, la próxima vez que le viera no dejaría que se me escapara vivo, creo que ya me entiendes.

(Se acabó el consultorio sentimental...)

David