jueves, 30 de junio de 2005

El día de Canadá

Mañana de nuevo es fiesta aquí: el Día Nacional de Canadá. Esto me hace pensar un poco en las diferencias entre España y Canadá, en la gente, en cómo funcionan las cosas aquí, en el tiempo que llevo ya... por otra parte, mi lado práctico gana el control rápidamente, seguro que hay desfiles y otras cosas parecidas, así que intentaré enterarme de algo interesante que se pueda hacer; si no, de todas maneras tengo trabajo, compras y limpieza que hacer...

...porque, aparentemente, hoy me mudo. ¿Aparentemente? Sí, la cama y el microondas me los traen hoy a las 8 o así, pero el conserje no ha conseguido hablar con la que ocupa el apartamento ahora para saber cuándo se va, así que en principio dejaré la cama en un cuarto del edificio y mañana la subiré. Eso suponiendo que esa mujer haga la mudanza mañana. Pero si no, también estoy tranquilo: soy el inquilino a partir de mañana, y ya tengo copia de la llave, lo que significa que mañana dormiré allí. Independientemente de cuántos muebles me encuentre, de quién sea el dueño de esos muebles, y de cómo se pueda poner cuando vea que (a) sus muebles acaban fuera del apartamento, o (b) me dedico a usarlos hasta que se los lleve. En fin, espero no tener que ponerme a las malas, pero eso de que el casero no haya conseguido todavía hablar con ella no me augura nada bueno...

Lo demás, como siempre. El domingo fui a bailar al puerto, porque allí ponen salsa por la tarde, estuvo muy bien. En cuanto a la competición, ya he decidido bailar con el mejor grupo de los dos, porque sé que me lo pasaré mejor, que es lo primero. Y las posibilidades de ganar mejoran bastante, que hay un dinerillo en juego. Ayer había tango en un parque, fui con una amiga pero no sabíamos donde era; después de andar durante dos horas encontramos el sitio justo cuando empezó a diluviar. Aun así, una buena tarde. Este finde no tengo planes, igual cine, pero supongo que ordenar un poco mis cosas y hacer inventario. Ya os contaré cómo ha ido todo.

¡Buen fin de semana!

viernes, 24 de junio de 2005

El día de Québec


Hoy, 24 de Junio, es la fiesta nacional de Québec (¿nacional?). Por supuesto, aparte de haber acabado yendo a la facultad igualmente, tampoco habría hecho nada especial porque me enteré sólo hace dos días. Salvo menos gente por la calle, no parece nada especial. Y hay poca gente porque hace buen tiempo y muchos aprovechan el día libre para irse de la ciudad. Sé que hay desfiles y cosas así, pero no por aquí cerca. Como tampoco tengo nada que celebrar... porque supongo que ya lo sabéis, pero en la provincia de Québec, única provincia francófona (el país es oficialmente bilingüe), hay un movimiento separatista bastante grande. Debido a eso, la provincia tiene ciertas competencias, como por ejemplo la que ya he tenido que sufrir en mis carnes sobre permisos de trabajo. Como podéis imaginar, no tengo mucha simpatía por los ideales separatistas gracias a este tipo de cosas.

Por lo demás, pocas novedades. Mi plan de trabajo mejora, ya tengo un par de cosas interesantes que hacer. Ayer fui a la fiesta a la que me habían invitado. Y resulta que he acabado poniéndome en un compromiso, justo ayer...

Como sabéis, bailo salsa. Voy a clases con una profesora aquí. También voy a otras clases con un cubano que se llama Orlando, un tipo muy... cómo decirlo... bueno, muy cubano, si sabéis lo que es eso. Con él aprendo "rueda", que es un tipo de salsa que bailan varias parejas en círculo. Encima, en mi curso de salsa normal hemos empezado a hacer rueda hace poco también.

Pues ayer nos dice la profesora que hay una competición en un par de semanas, por si queremos participar, por diversión (porque ganar, ni de coña). Y yo, aunque me imaginé que igual podría hacerlo con mi grupo de rueda, dije que en principio sí. Luego, esa noche en la fiesta (organizada precisamente por uno de ellos) le pregunté a Orlando qué sabía, y por lo que me dijo creo que está en el jurado, y que este domingo en clase nos comentará que hay una competición. Me toca elegir con quién me apunto. Quiero hacerlo con los compañeros de rueda, que son mejores, no es por ganar sino por ser capaz de dar la talla de manera personal, que los otros son todavía novatos. Por otra parte, son mi grupo, aunque tampoco somos amigos ni nada, quitando una pareja que conozco en ese grupo.

Bueno, mejor tener dos grupos para elegir que no tener ninguno. Ya veremos qué hago al final.

Esta noche toca bailar tango, mañana no sé pero algo bailaré también, y el domingo toca mucha salsa (en el viejo puerto hay salsa al aire libre de 4 a 8 me han dicho). A ver si bailo un poco menos y me pongo a buscar otras cosas que hacer, que ya toca.

Ya os contaré cuando tenga novedades más jugosas. ¡Buen fin de semana!

lunes, 20 de junio de 2005

El arroz perfecto

Hoy ha sido un gran día lleno de pequeñas cosas buenas. Y sólo son las 4 de la tarde. He empezado el día con 15 dólares en el bolsillo. He ido al banco y me han dicho que la transferencia tarda de hecho dos o tres días, he sacado mis últimos 20 dólares y me he ido a la facultad. Estaba pensando cómo diablos vivir con 35 dólares durante 3 días, teniendo en cuenta que pago la comida (ceno en casa), que tengo una fiesta salsera el jueves y tengo que llevar bebida, y que quería comprar un par de cosas a poco tardar. Y cuando me he dado cuenta, un par de personas me miraban un poco raro en la calle, y me he dado cuenta de que me estaba riendo en voz alta. Creo que los problemas monetarios no me harán sufrir más. De todas maneras, John me ha preguntado por el dinero que necesitaba y me ha dicho que me podía conseguir 400 dólares instantáneamente (supongo que se referiría al cajero, no le veo asaltando a nadie). Le he pedido 100 dólares, que tampoco vale la pena estar contando céntimos.

Me he ido a casa a comer y a por un papel, y me he encontrado dos cartas de inmigración. Me han hecho dudar, pero las he abierto sabiendo que nada terriblemente malo me podía pasar. Y de hecho ha pasado algo muy bueno: la primera que he abierto contenía un documento oficial que extiende mi visita aquí del 15 de junio al 15 de septiembre. Lo que significa que incluso aunque me denegaran el permiso de trabajo (cosa casi imposible) todavía podría volver a pedirlo antes de tener que marcharme. La segunda carta contenía una información inútil (que me mandaban el papel oficial en sobre aparte) y una muy útil (que por motivos desconocidos no tenía que haber pagado los $75 de la solicitud, y ya vienen de camino).

Luego he ido a la oficina del decano, cuya firma necesitaba para mi contrato. Pensé que tardaría siglos, pero de hecho me han dicho que ya estaba y que me habían estado llamando para decírmelo. A falta de un papel, estoy a punto de pertenecer a la universidad, es decir, poder recibir el dinero que ya me merezco... en 5 minutos voy a entregarlo. Así, aunque el permiso de trabajo tarde, me pagarán retroactivamente desde hoy.

Pero lo mejor de todo ha sido la hora de la comida. He comido en casa porque llevo dos días malo del estómago, y el arroz va bien. Pues bueno, algunos ya sabéis que mi técnica de cocinar arroz es echar agua de sobra, cocinarlo y luego colar el agua sobrante. Nada de medir la cantidad justa, que si te quedas corto o si lo dejas demasiado, se pega del todo. Claro que con el agua extra, no queda muy bien tampoco...

Esta vez, siendo la primera en Canadá, directamente he puesto tres tazas de agua a hervir. Después he echado una taza y media de arroz. Cuando iba estando, he llamado por teléfono a una amiga a España. En medio de la llamada he ido a apagar el fuego y lo he dejado reposando.

Y cuando he colgado y he vuelto a la cocina, me he encontrado con el arroz perfecto.

Hoy ha sido un gran día.

PD: John nos llevo a mí, a un par de invitados como yo, y a su mujer a comer a Chinatown (claro, con el estómago malo, imaginad como acabé). En las fotos estamos John junto a su mujer, y los tres invitados, de Beijing, Buenos Aires y Madrid

viernes, 17 de junio de 2005

Tres meses

Ayer se cumplieron tres meses en Montreal. Pensaba que tendría la oportunidad de invitar a unas cervezas a los conocidos más cercanos, pero al final no fue así, y acabé poco más o menos igual que empecé cuando llegué: solo, en un bar casi desconocido para mí, en una zona de la ciudad en la que casi no he estado, y bailando salsa con cualquier mujer dispuesta a ello. Y me lo pasé bien. Casi mejor dejarse de filosóficas reflexiones sobre cómo te cambia la vida, y lo que has hecho en ese tiempo, etc... y seguir intentando disfrutar al máximo. Que ya he dejado demasiadas neuronas por el camino.

Por otra parte, se me ha complicado un poco la cosa aquí, gracias a que ya me he decidido por un apartamento. Está nada más cruzar la calle desde el edificio donde trabajo; tiene un salón, una habitación, un baño y una pequeña cocina; no tendrá muebles cuando me mude en dos semanas, salvo una cama y un microondas que he comprado de segunda mano a una conocida. Ya haré fotos cuando me mude en Julio.

A todo esto, la cama es grande y cómoda, y cuando la mujer me la vendió, me dijo que me vendría bien porque "soy un hombre joven y tengo necesidades", y también "es mejor que caerse de una cama pequeña cuando te acuestas borracho". No sé si la impresión que le di, o simplemente ella era muy liberal, pero no negaré que tiene toda la razón...

El caso es que John se había ofrecido a dejarme algo de dinero, porque todavía parece que tardaré en cobrar (necesito tener los papeles arreglados). Hoy tengo que dar el cheque con el pago del primer mes, así que él me lo iba a dar, pero ya se lo he dicho dos veces hoy, y paso de insistir más, igual estoy siendo muy intransigente pero si hay algo que no me gusta nada es no poder contar con gente en la que crees que puedes apoyarte.

El caso es que me he ido a mi banco, he sacado el dinero que tenía encima, he echado cuentas con la cajera, y unos minutos después ya tenía el cheque en la mano. El resto: 31 dólares en la cuenta y 33 en el bolsillo. Y, a pesar del agobio que supone estar pelado, también tengo una extraña sensación de libertad que me resulta muy agradable, y conocida: la misma que tuve cuando dejé de usar reloj porque me di cuenta de que lo miraba docenas de veces al día; o cuando me cambié de móvil una vez y aproveché para dejarlo en un cajón tres días; o esos meses en Madrid cuando a veces elegía caminar media hora en vez de coger el metro para sólo un par de paradas; o las pocas veces que dejo el reproductor MP3 en casa aunque sólo sea para escuchar los coches en la calle.

Dejando aparte estas cosas, acabo de llamar a casa para que transfieran el dinero que queda en mi cuenta del BBVA a la cuenta que tengo aquí, así que no estoy mal del todo. Con eso espero tener para unas semanas, luego igual sí acabo pidiendo a John que cumpla lo que me dijo, aunque espero haber empezado a cobrar para entonces.

En fin, aprovecharé el fin de semana para bailar, esta semana se acaban los cursos de tango y mañana hay un baile de fin de curso, con espectáculo de los profesores incluido. Y el domingo, salsa a granel... hay cosas que no tienen por qué cambiar, ¿no?

PD: una foto que me he hecho hace 10 minutos, que luego mis fans se quejan.

domingo, 12 de junio de 2005

GP, o los 15 minutos

Ahora que en Montreal vivimos en medio de la agitación del GP de Fórmula 1 (mientras escribo esto desde el cibercafé, oigo al fondo una televisión donde retransmiten la carrera) aprovecharé para contar una pequeña experiencia personal. Vaya por delante la aclaración: no me puede importar menos el GP, ni la F1, ni el asturiano veloz, ni nada que se le parezca.

Pues nada, el otro día me voy de compras para ver si veo algo de ropa veraniega que me guste, y acabo en unos grandes almacenes tipo "Corte Inglés". Después de visitar varias plantas sin ver nada interesante, decido irme a la planta baja. Y cuando estoy llegando a la primera planta, nada más salir de la escalera mecánica me encuentro en medio de un montón de gente apelotonada. Pocos segundos más tarde, pasa por delante de mí, a escasos centímetros, un tipo alto con mono y gorra. ¿Me suena su cara? Por supuesto que no. Pero como me da en la nariz que es conocido o algo, me doy la vuelta y me encuentro con un cartel que dice "hoy, en el Hudson Bay Centre, el piloto de F-1 Jacques Villeneuve firmando autógrafos" (!!!) Cuando me doy la vuelta, ya es demasiado tarde, se ha alejado en dirección a la mesa donde se sentará durante unas horas a "trabajar" rodeado de seguratas y fans expectantes.

Momentos después, sigo mi camino a la sección de rebajas, totalmente hundido y deprimido . Porque he perdido la mejor oportunidad hasta ahora de conseguir uno mis sueños secretos, de esos que todos tenemos:

Salir en las noticias españolas por hacer alguna barbaridad en Canadá.

Villeneuve ha estado a tiro de colleja y se la he perdonado por LENTO. Unos segundos de duda marcan la diferencia entre la anodina vida en la que estoy sumergido, y la realidad alternativa:

"Un español agrede a Jacques Villeneuve en Montreal

El piloto canadiense de Fórmula 1 Jacques Villeneuve fue agredido levemente por un aficionado español mientras se preparaba para firmar autógrafos en una visita a un centro comercial en Montreal. Mientras se acercaba a la mesa, el agresor, D.S., un español residente en Montreal, le propinó varios golpes mientras gritaba "¡Viva Alonso! ¡Viva Alonso!". Tras ser arrestado, el atacante explicó a las autoridades que "todo el mundo tiene derecho a 15 minutos de gloria" y que su agresión sólo fue "la colleja del gafe, para que Fernando Alonso lo tenga más fácil". Dado el status de visitante del detenido, es probable que sea expulsado del país en pocos días."


En fin, espero que en dos años pueda conseguir que me veáis en los telediarios. Sigo intentando.

jueves, 9 de junio de 2005

La casa de tu vida

Creo que no os he contado nada de mis andanzas inmobiliarias, ya va tocando. Como os he dicho, he alquilado una habitación a Gwen, profesora retirada de inglés y amiga de John, en el sótano de su casa. Precio: $400 al mes (1 Euro = $1.6).

No tengo intención de estar allí para siempre, me apetece un sitio para mí solo, aunque con ella estoy genial. Mi idea es mudarme como muy tarde en septiembre. Viviendo en una ciudad grande, tengo dos opciones: o me quedo más o menos cerca de la universidad, lo que significa pagar más, o me voy a alguna zona alejada, lo que asegura tranquilidad y buenos precios pero también frecuentes paseos en metro y bus. Prefiero la primera, porque no quiero estar pendiente de horarios tempraneros para dejar juergas a la mitad, o dar largos paseos bajo copiosas nevadas. Además en teoría mi sueldo me permitirá vivir tranquilo. A modo de comparación: un apartamento que tiene Gwen, con dos habitaciones, lo alquila por $1000, mientras que el apartamento de unos amigos, que viven a media hora de metro, les sale a $400.

Pues nada, hace unos 10 días Gwen me dijo que entre mitad de junio y final de julio se le quedaba libre ese apartamento. Y como sabe de mis intenciones y de la posibilidad de visitas veraniegas, me dijo que me lo dejaba por $800 las seis semanas (la mitad del precio habitual). Después de pincharme un par de días, le dije que sí. Pero claro, fíate tú de lo que te digan: ayer me dijo que unos amigos suyos, que vienen siempre en verano a casa de unos familiares, no podían quedarse con los susodichos así que me quedaba sin apartamento. Me mosqueó bastante, pero como todavía nadie parece venir a visitarme, pues ni tan mal. Casi lo peor era que ya estaba empezando a pensar en la interesante posibilidad de organizar mi primera fiesta de cumpleaños...

Y hoy había estado pensando en empezar a mirar piso, aunque sea un poco pronto, cuando el caprichoso destino se ha cruzado otra vez delante de mí: un austríaco que trabaja en mi departamento, y con el que coincido a ratos en mi despacho, me ha dicho hablando de todo un poco que un amigo suyo se muda y deja libre un apartamento, con urgente necesidad de pasárselo a alguien para julio (por no perder el dinero de ese mes). Está a 4 estaciones de metro de mi universidad, cerca de los sitios donde bailo... las pegas son el precio ($785 todo incluido, aunque me puede valer) y que me lo da sin muebles (aunque ahora son frecuentes los "junk sales" de gente que se libra de cosas antes de mudarse). El propio austríaco se va a Australia así que se va a librar de muchos muebles este mismo sábado, me pasaré por allí a ver qué le compro. Vamos, que igual en 20 días tengo piso y muebles... o no, ahí esta lo emocionante...

lunes, 6 de junio de 2005

Un finde agotador

Ahora que llega el lunes, por fin puedo descansar... los últimos cinco días han sido toda una paliza, este finde empezó el miércoles (llegué a casa a la 1:30 AM), el jueves tuve clase de baile y luego fui a bailar (hasta las 2:00), el viernes también las dos cosas (2:30), el sábado más de lo mismo (2:00), y ayer un par de clases más. Me lo he pasado genial, pero estoy cansadísimo. Y claro, esto contando que he intentado madrugar un poco, y el trabajo y eso... Creo que ya he encontrado mi límite, no creo que repita este tipo de cosas. Aunque claro, dos de las veces he acabado yendo bailar sin muchas ganas sólo por sendas compañeras que insistieron un poco... la carne es débil...

Link del día: En la página de El Mundo ponen imágenes de diversos aspectos de la ciencia, hoy son de lo mucho que han cambiado algunas zonas del mundo en los últimos 20 años empezando por Almería.

jueves, 2 de junio de 2005

Parece que me quedo...

Siguiente paso en mi culebrón burocrático: el martes me llega un email de Inmigración Québec diciéndome que el papel que pedí después de tanto esfuerzo no me hace falta para el permiso de trabajo. Pero esta vez el cabreo ha durado poco: eso significa que lo puedo pedir ya, y que no tengo que salir del país hasta que me respondan (y la probabilidad de que me digan que no es casi inexistente). Lo único que me fastidiaba era haberme quedado sin los $175 que me costó pedirlo (unos 110 euros) pero me han dicho que me los devuelven en un par de meses...

Así que ya no volveré por España hasta mi cumple (finales de julio). Aunque se me ocurre que si para entonces no tengo el permiso de trabajo, de hecho tendré que quedarme aquí esperando... bueno, hay cosas peores que pasar un verano en Montreal, eso seguro, y siempre podría ir en agosto o septiembre.

Ea, tomaos una cervecilla a la salud de un hombre feliz. Si supiérais la cantidad infinita de cosas que se pueden hacer en Montreal en verano... como aperitivo, el Festival Internacional de Jazz y el Festival "Just for Laughs" (como el club de la comedia).