domingo, 29 de julio de 2007

Fin

Este es la última entrada de este blog. Después de celebrar mi cumpleaños, de correr y correr para arreglar papeles y mandar nuestras cosas, y después de una gran cena de despedida con casi todos nuestros amigos en Montreal, el domingo por la noche dejamos Canadá.

Gracias a todos los que me han leído en algún momento durante los dos años y medio que ha durado este blog. Para los que quieran seguirme la pista, el nuevo capítulo de mi vida se puede leer en davidenaustria.blogspot.com.

jueves, 26 de julio de 2007

Cumpleaños estrés... digo feliz

Corriendo sin parar llevo todo el día. Vaya manera de envejecer. Al menos me he sentido como en casa en el Consulado, donde he ido para registrar el matrimonio (me han pedido documentos que no tenía, y no me han pedido los que llevé, que me habían dicho por teléfono ayer). La burocracia española, constante vayas donde vayas. Ahora a correr un poco más y luego de cena, si sobrevivo. Ya seguiré con el diario del viaje a Cuba... no sé cuando...

lunes, 23 de julio de 2007

Viaje a Cuba: sexto día, 10 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Hemos madrugado un montón porque nos recogían muy temprano para llevarnos a Varadero. El viaje incluía una habitación en un hotel de lujo, para poder cambiarnos, toda la comida y bebida que queramos en sus restaurantes, y actividades acuáticas sin motor en la playa (todo por unos 70 dólares). Nos metieron en una furgoneta con otros que iban con planes parecidos, y a las ocho de la mañana ya estábamos allí. Además, con nosotros venía una guía que nos contó muchas cosas por el camino.

  • Petróleo en Cuba: pasamos al lado de unos campos de extracción, y nos contaron que Cuba tiene algo de petróleo pero es muy sulfuroso, así que cuesta mucho refinarlo para que sirva para electricidad. Aun así, algunas compañías extranjeras se han arriesgado, y una petrolera canadiense-neozelandesa ha tenido bastante éxito. Unido a la campaña "Una revolución energética" que el gobierno ha organizado para renovar electrodomésticos, coches (la mayoría no se han sustituido desde los cincuenta), etc., ahora son casi autosuficientes: el noventa por ciento del petróleo que se usa para generar electricidad es cubano (casi todo el resto se importa de Venezuela). Cuba también tiene petróleo en el subsuelo marino dentro de sus aguas territoriales, pero por el bloqueo estadounidense las compañías americanas interesadas no pueden extraerlo.

  • Historia del bloqueo a Cuba: tras varios días aquí, ya me conozco bastante bien la historia. A finales del siglo XIX, los cubanos se independizaron de España. Pero los estadounidenses metieron baza, con la excusa de que un navío militar suyo, el "Maine", explotó frente a la costa cubana (hoy en día se sospecha que los propios americanos, directa o indirectamente, lo volaron). Cuando España ya casi había perdido la guerra, EEUU tomó partido. La cosa acabó con un tratado de paz en París entre España y EEUU (¡nada de Cuba!) donde se transfería el control de la isla a Estados Unidos. Desde entonces, Cuba estuvo siempre en manos de gobiernos títeres del americano. El último fue Fulgencio Batista, un dictador que permitió que la mafia italoamericana se instalara aquí y abriera hoteles, casinos, etc. (en aquella época estaban muy perseguidos en EEUU). El 26 de julio de 1953 hubo un intento de golpe de estado por parte de un grupo liderado por Fidel Castro. Aunque fallaron, fue la chispa que permitió que su segundo intento, por barco desde Méjico años después, sí tuviera éxito por el apoyo popular. Los allegados a Batista huyeron llevándose el dinero del Estado. El nuevo gobierno expropió todos los negocios de la isla, pero como no podía pagar a las empresas extranjeras por no tener fondos, les ofreció pagos aplazados. Sólo las empresas americanas y los cubanos ricos que huyeron se negaron (esperaban sin duda recuperar sus bienes unos meses después cuando hubiera caído el nuevo régimen). Las empresas de otros países sí aceptaron y tras varios años recibieron lo acordado. Estados Unidos reclama pagos por los cincuenta años de beneficios perdidos por esas empresas, y ese es el motivo oficial del bloqueo a Cuba (también los intereses del poderoso "lobby" cubano, ya que en EEUU el dinero es el que dirige la política). Hace no muchos años, Clinton lo convirtió en ley, la famosa ley Helms-Burton. Wikipedia tiene un buen artículo sobre el embargo.

  • Ron: la marca más famosa de ron, Havana Libre, fue comprada por empresarios americanos y después pasó a manos del gobierno cubano. Hace no mucho, Bacardí (empresa afincada en EEUU y fuerte opositora al régimen cubano), comenzó a producir ron con el nombre de Havana Libre dado que los originales propietarios de la marca se la vendieron. Pero pertenece al gobierno cubano por haber sido expropiada, y hay una lucha legal. Cuba cuenta con el apoyo de la Organización Mundial de Comercio, pero el gobierno estadounidense apoya a Bacardí.
  • Cuestiones sociales: según nos contó, apenas hay problemas sociales aquí. No hay grandes desigualdades económicas (no hay apenas gente que podríamos considerar rica), no hay racismo (como ya dije, hay gente de todos los colores mezclada); las enfermedades habituales en países tercermundistas han sido erradicadas, y gracias a campañas gubernamentales no hay sida (el mayor factor de riesgo es el contacto sexual con turistas infectados).

  • Turismo: comenzó cuando las mafias estadounidenses empezaron a crear una red de hoteles y casinos; su plan era llenar la costa, desde La Habana hasta Varadero, de hoteles de lujo. La revolución estropeó los planes, pero el gobierno permitió recientemente a empresas extranjeras crear complejos hoteleros en Cuba y restaurar los ya existentes, así como permitir la entrada a turistas, que ahora son la mayor fuente de ingresos del país.

  • Varadero: el nombre se le puso porque muchos barcos encallaban en sus aguas poco profundas. Se encuentra en la provincia de Matanzas, al este de La Habana. Actualmente está lleno de complejos hoteleros donde la gente suele quedarse una o más semanas, con todos los gastos incluídos (como nosotros por un día), además en el pueblo viven los cubanos que trabajan en los hoteles.
Después de dos horas de viaje llegamos. Nos dejaron en un hotel, donde nos pusieron una pulserita de papel y nos dieron una habitación.


Nos cambiamos y fuimos a la playa, que estaba a dos minutos. Como nos habían dicho, las playas de Varadero son mucho más bonitas que las habituales, con arenas claras y aguas transparentes.


Pasamos casi todo el día en el agua y en las tumbonas, yendo al puesto de bebidas donde el camarero servía piñas coladas y alguna cosa más, y dimos una vuelta en catamarán. Muy relajante, se nos hizo muy corto...


Algo que no nos gustó fue la hora de la comida. Tanto el desayuno en nuestro hotel como los restaurantes que visitamos en La Habana eran muy buenos, pero en Varadero era una especie de comida más estándar, y resultaba mucho más insípida, menos sabrosa. Además, los camareros eran más distantes, aunque igualmente amables. Al final, entendimos que en lugar de muchos turistas españoles, y de gente con ganas de conocer y entrar en contacto con el lugar, aquí vienen muchos ingleses, italianos y alemanes, los que no buscan nada más que alejarse de casa y tumbarse a la bartola. Para nosotros, dos días de playa habría sido perfecto, pero una semana en este plan habría sido aburridísimo. Curioso, porque los clientes parecían estar aburridos, o por lo menos estaban muy serios, así que igual tampoco estaban disfrutando mucho.

Por el camino de vuelta paramos en un mirador al lado de un puente muy grande, con unas vistas impresionantes.


Se nos hizo corto, pero valió la pena venir, sin duda.

sábado, 21 de julio de 2007

De boda

El viernes fuimos a la boda de dos conocidos de Rana, dos iraquíes que viven aquí, y que vinieron a nuestra boda. Lo celebraron en un salón que está donde hacen las carreras de fórmula uno, de hecho el taxista nos llevó por la pista donde corren:


Lo pasamos muy bien, salvo por que estábamos al lado de los altavoces. Hasta hubo una actuación de tango y otra de danza del vientre.


Los novios:



Yo no me saqué ninguna foto. Aquí está Rana con su padre:

jueves, 19 de julio de 2007

Viaje a Cuba: quinto día, 9 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Empezamos por visitar la universidad de La Habana, porque mi amigo David me había dicho que los jardines tenían unos árboles impresionantes, y valió la pena verlos; pero hacía mucho calor, así que volvimos al hotel, que estaba al lado. También aprovechamos para comprar un montón de recuerdos (yo por ahora llevo un llavero y una gorra como la del Che, aparte del gorro de paja que me compré el primer día para el sol). Como querían sentarse a tomarse algo en la cafetería y yo tengo muchas ganas de ver y probar cosas, saí en busca de algún sitio donde comprar un bocata local. Pero no hay suerte, los que venden lo que quiero sólo cogen moneda nacional (aquí hay "pesos convertibles", que usamos nosotros, y "pesos nacionales", que usan ellos). Como me quemaba un poco ya estar comiendo siempre de restaurante, por deliciosa que sea la comida, me he sentado a tomarme una pizza pequeña y una malta (bebida sin alcohol que recuerda a la cola pero con un regusto extraño y dulzón).

Sobre la comida, todo lo que nos sirven son platos simples, sin muchas especias ni muy elaborados, pero todo riquísimo, sea carne, pescado, mariscos... la diferencia está sin duda en los ingredientes, todo natural, sin pesticidas ni productos químicos. Ahora estoy muy convencido de que en Canadá la única manera de comer sano es ceñirse a los productos orgánicos, sólo la diferencia de sabor entre la fruta de aquí y la de allí, es suficiente para hacer pensar que no tenemos ni idea de lo que compramos en casa.

Hemos contratado un viaje a Varadero para mañana, a pasar el día en una de esas playas paradisiacas, y el miércoles por la noche iremos a un cabaret cubano. Queda ver qué hacemos esta tarde y el miércoles. Imagino que descansar y relajarnos; me da pena no ver y hacer tantas de las cosas que he leído y me han contado, pero no se puede ser egoísta, hay que hacer los planes en común.

Cuando nos preparábamos para salir por la tarde, han empezado los truenos y relámpagos a lo lejos, y media hora más tarde ha llegado la lluvia torrencial. Impresionante.


Pero no duró mucho, y salimos andando cuando acabó, en dirección a la Plaza de la Revolución.


Allí un soldado vino a decirnos que nos fuéramos, que estaba ya cerrado. Una mujer que pasaba nos dijo que la necrópolis, la otra cosa que queríamos ver (un cementerio enorme con montones de esculturas). Así que echamos a andar al azar, pasando por calles y barrios que parecían como los ya vistos, pero sin turistas. A las siete cogimos un taxi, y se me ocurrió preguntarle por el cañonazo de las nueve: en el castillo, todos los días desde hace muchísimo tiempo, a las nueve de la noche, se dispara un cañón (en la época colonial era el aviso de que se cerraban las puertas de la ciudad). Allí nos fuimos, un sitio tranquilo, y bonito al atardecer, para ver el cañonazo, que se hace siguiendo la ceremonia tradicional, con un soldado cantando una canción, "silencio..." y seguidamente otros vestidos de época que cargan el cañon y lo disparan.


Por la noche, terminamos temprano el día tras un enorme perrito caliente... un buen día después de todo. Por cierto, en la habitación teníamos un mensaje de Dania, una amiga de Montreal que también visitaba Cuba con su novio Nikolai, pero ya era tarde para llamarles. A ver si les vemos el último día.

Viaje a Cuba: cuarto día, 8 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Hemos empezado el día yendo a ver la parte internacional del Museo de Bellas Artes (en el antiguo Centro Asturiano de La Habana), donde tienen un montón de pinturas europeas de los últimos cinco siglos, así como piezas muy bien conservadas de las épocas griega, romana, egipcia (hasta una momia tienen)... casi todo traído por europeos ricos que vinieron a vivir aquí en la época colonial. Como cerraban el museo a las dos hemos tenido que correr un poco, cosa que viene bien porque quiero ver un par de cosas en la Habana vieja y mis dos acompañantes son demasiado aficionadas a los museos y a las cafeterías con aire acondicionado para mí.

Por ahora, de Cuba voy a salir con ganas de aprender sobre su economía y sistema de gobierno; de buscar maneras de ayudar a los cubanos que están aquí y de contactar con otros que estén organizados; de leer a Hemingway; de aprender sobre el Che (hace un par de meses me compré un libro suyo sobre guerra de guerrillas, volveré a él). El arte que he visto me resulta inspirador, la arquitectura colonial me transporta a otra época, y el arte antiguo que he visto en Cuba me hace pensar en el tiempo: hace un par de miles de años, artesanos egipcios trabajando; sus obras, que aguantan el paso de los siglos, europeos invasores traen recuerdos y trofeos a sus casas; después, ricos burgueses que se van a vivir al otro lado del océano y se llevan adornos para sus nuevas mansiones; y cuando mueren, o se van, o tras una revolución, todas esas antiguas reliquias acaban en el museo delante de nosotros. Un largo viaje... gran lástima que no dejaran hacer fotos.

Tras un refresco, volvimos a la Habana vieja, para ver la Plaza de Armas y luego la plaza de la Catedral. Nos paramos un poco en un puesto de artesanía y luego fuimos al Museo de los Capitanes Generales, que es donde los capitanes generales españoles vivían antes de la guerra de independencia, con sus familias y demás. Un bonito sitio para haber vivido...


Rana y Maiada bromean acerca de la lista de cosas que van a decirle a Fidel cuando se lo encuentren. Ya les he dicho que me la escriban para ponerla aquí.

En la Habana vieja hay basatnte gente mayor pidiendo dinero. Nos sabemos cómo viven, pero nos vamos volviendo a la actitud que teníamos en Montreal, de no dar dinero a gente que pida, en general. Aunque por mi parte, sí estoy siendo probablemente generoso con cualquiera que se pone a hablar conmigo y contarme cosas, como los empleados de museo de ayer. Cada sitio tiene sus trucos y maneras, supongo que para ayudar al que más lo necesite de manera eficiente hay que saber realmente cómo funcionan las cosas. Pero bueno, siendo turistas no nos duele demasiado dejar el dinero en Cuba.

Para acabar el día, paseamos por la Habana vieja hasta la catedral, luego callejeamos y acabamos cerca del Capitolio, y finalmente al hotel en taxi. Como no habíamos salido ninguna noche, después de descansar un par de horas fuimos a la sala de fiestas del hotel, que está en el último piso y tiene una parte del techo que se abre, así que tiene uno aire fresquito y una vista de las estrellas a la vez. Me tomé un cubalibre, de garrafón. A medianoche actuó un grupo de salsa, estuvieron una hora y cuando se fueron nos fuimos nosotros también.

Viaje a Cuba: tercer día, 7 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Por la mañana vimos mucha gente en la calle y oímos música desde la habitación del hotel, así que salimos después de desayunar. Nos encontramos con un pasacalle, y un poco más arriba un gran corro de gente. En el centro había un par de chavales cantando hip hop; luego unos payasos; y luego los alumnos de una escuela de artes marciales. Fue impresionante ver a tantísimos niños y jóvenes tan disciplinados y haciendo semejantes acrobacias, eran muy buenos.

Cuando nos cansamos (hacía mucho calor y era todo al sol) nos fuimos rápidamente a buscar un taxi, porque ya era mediodía. Fuimos directamente al Museo de Bellas Artes, a la parte de arte cubano. Mi falta de sueño la noche anterior (cenamos tarde y nos fuimos a la cama a continuación) hizo que me fallara la concentración y me cansé a la mitad. Aunque resulta curioso cómo la mente empieza a liberar ideas por su cuenta cuando no la controlas... imágines que se forman por inspiración de otras, si hubiera sabido pintar habría podido sacar algo nuevo de allí.


El caso es que me paré a descansar al lado de los servicios, y dos vigilantes de museo de los muchos que había se pusieron a hablar conmigo. Me contaron un poco sobre cómo viven ellos aquí, y como parecían muy ilusionados con la idea que tenían sobre Canadá, les puse un par de ejemplos (alquileres, hipotecas, tasas de universidad). La conclusión que saqué de ellos es que, si cobraran sueldos decentes (el gobierno les paga muy poco), o si pudieran ganar dinero de otra manera con su esfuerzo, nunca querrían irse de Cuba.

Tras el museo fuimos de nuevo al Capitolio. Ahora es un museo (no se ha usado para gobernar desde los años veinte, creo). Tienen dos estatuas de bronce enormes a la entrada, una de Minerva dentro (la tercera estatua a cubierto más grande del mundo) y grandiosas salas con decoraciones coloniales y barrocas.


Rana y yo queríamos invitar a Maiada a un restaurante lujoso que vimos en la Habana vieja, para celebrar su reciente cumpleaños, pero no se dejó así que entramos en otro más para turistas de a pie. La combinación de marisco y mojitos nos ha dejado a la vez en el cielo y por los suelos. Y todavía queremos ir al barrio chino, y a la cafetería "La Floridita" a tomar uno de sus famosísimos daiquirís (dicen que Hemingway, asiduo cliente, colaboró en la receta). No sé si nos queda energía...

Pues sí que nos quedaba. Tras una parada en el Hotel Inglaterra para ir a los servicios (los conocíamos de un café ayer, está difícil encontrar baños con agua y papel a la vez) fuimos en busca del barrio chino. Nada que ver con el Chinatown de Montreal: el de aquí se reduce a una callejuela estrecha y tortuosa, flanqueada por restaurantes a los dos lados. A pesar de no ser muy larga, los insistentes camareros que te salen al paso hacen el camino lento y pesado.


Ahora estamos en "La Floridita", un sitio donde lo más típico es el daiquirí como el que me estoy tomando. Con esto y poco más se acaba el día. En dos o tres días iremos a Varadero (lo de ir a Santa Clara nos lleva dos días según hemos preguntado así que lo descartamos. Pero mañana, más Habana.

lunes, 16 de julio de 2007

Viaje a Cuba: segundo día, 6 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Me levanté un poco temprano porque el representante de Air Canada que conocimos ayer iba a pasarse a darnos unos consejos. Bajé solo, y al final casi me acabé perdiendo el desayuno, porque el tipo me estuvo hablando largo y tendido de Cuba. El tipo, que estudió física, ha vivido en varios países así que tenía perspectiva cuando hablaba. Me contó que, a pesar de tener dos monedas en Cuba, en la práctica los precios son los mismos para ellos y para nosotros; pero el sueldo medio de un cubano son unos quince dólares al mes. Claro que es muy poco, pero aquí no se paga casa, educación ni médicos, así que el dinero es para el 70% de la comida (el gobierno también da arroz y cosas así). En lo que llevamos algunos cubanos se nos han acercado para que les contemos cómo se vive fuera... lástima no haber tenido a mano una copia de este cuento para dejarles.

Después del desayuno salimos andando con el plan de ver un par de museos. Por el camino paramos a comprar agua, pero la tienda donde entramos sólo tenía aceite y algunas cosas de comer, y la gente nos mira un poco raro. Salimos y un tipo que ha acabado de comprar se me acerca y me enseña una cartilla con anotaciones, me cuenta que el gobierno les da varios kilos de arroz, azucar, etc. (no tengo claro si es del todo gratis, aunque así lo creo).

Por el camino se nos acercó una tipa, que se nos pegó con ganas de seguirnos y hacerse amiga nuestra (me da que estaba un tanto aburrida). Al final la dejamos, pero Rana se enfadó un poco conmigo porque no me libré de ella como debería. Sí, quizás debería haber sido más enérgico, pero es que a mí me vale con decir adiós y pasar de la gente cuando doy la cosa por terminada. Yo también me enfadé con ellas dos, la gente me da información, consejos, me cuentan cosas cuando les doy un poco de cuerda, no sólo es útil sino que pueden sacarse cosas muy interesantes.

Tras una larga caminata llegamos al Museo de la Revolución, que cuenta la historia de aquellos que pelearon contra los españoles como José Martí, hasta el ubíquito Fidel (aunque sobre él no había mucho, hay que decir). Está toda la información muy polarizada, con montones de fotos y pertenencias de mil pequeños héroes de la revolución, y sólo mencionando de paso a los tiranos, pero supongo que es lo suyo en un museo que no es de historia, sino sólo de la historia de la revolución. Me llamó la atención la sencillez del museo, en un edificio que necesitaba un buen lavado de cara y probablemente unas cuantas reformas; ninguna excepción en La Habana, supongo que es por la falta de medios que muchos edificios se caen a trozos. A pesar de unas simples vitrinas y carteles de apariencia un poco menos que profesional, todo es más que suficiente para comunicar el mensaje. Personalmente, me llamó la atención el Che, del que no sé mucho pero quiero averiguar mucho más, sobre todo de su pensamiento. Sólo me he quedado un poco con ganas de una perspectiva más objetiva de la historia del país, y sobre todo de la época más reciente.


(Nota: uno de los días más grandes aquí es el 26 de julio, aniversario de cuando Fidel y otros intentaron su primer ataque al gobierno. Ya hay montones de carteles en la calle recordándolo. La fiesta será grande, ¡qué pena no celebrar mi cumpleaños así!)

Como estábamos cansados, tomamos un taxi y fuimos a un restaurante que habíamos visto pasando por el malecón. Desde aquí he escrito todo lo de hoy, ¡menudas gambas a la parrilla!

Volvimos andando al Paseo del Prado y llegamos hasta el Capitolio. Un tipo que nos sacó una foto me contó las muchas cosas que se pueden ver dentro (desde hace ya muchas décadas no se gobierna allí sino que es un museo), así que hemos decidido venir mañana.


En los varios paseos que llevamos, allá donde vamos, vemos como he dicho ya muchos edificios que necesitan reparaciones al menos por fuera, y en casi todos vive gente. En la casa privada donde cenamos ayer, vimos muchos muebles antiguos, casi todos en mal estado. Da mucha pena pensar en estas casas, llenas de bonitos detalles por dentro y fuera, pudriéndose por falta de medios.

La gente es realmente encantadora. No se ve a nadie corriendo ni estresado (quizás en parte porque según me dijo el de Air Canada, muchos no tienen nada que hacer ahora en verano). Todos son muy amables con nosotros, aunque a veces un poco pesados como ya he comentado.

Como me contaban esta mañana, aquí casi todo el mundo ha ido a la universidad, aunque luego trabajen de otra cosa (el gobierno paga poco, suele ser mejor estar de camarero en un hotel por ejemplo). No creo que se pueda culpar al gobierno por los bajos sueldos, apenas hay recursos naturales y el embargo americano es muy fuerte (más sobre esto después). Aun así, quiero saber más acerca de las relaciones económicas de Cuba con otros países; la libertad de expresión y oposición en Cuba; y otras imposiciones del gobierno (por ejemplo, ¡los cubanos no pueden hospedarse en hoteles en Cuba!).

Sentado aquí escribiendo me vienen a la imaginación Hemingway tomando daiquirís en una famosa cafetería no lejos de aquí, y al Che escribiendo quizás como yo (pido perdón por la presunción) en sus viajes (me he comprado en el museo sus diarios de viaje, en los que se basa "Diarios de motocicleta", que no he visto pero Rana me ha recomendado muchas veces).

(Estamos sentados en un café, y recordando lo mucho que hemos sudado aquí con el calor y el caminar, Rana me dice: "¿Cómo es que no hueles mal aquí pero en Montreal sí?"... divorcio a la vista).

No sé muy bien qué día es, ni me importa, es como si llevara semanas aquí... sólo tenemos que tener un poco de cuidado organizando porque queremos dejar un día o dos para ir a Varadero (magníficas playas) y posiblemente Santa Clara (donde están los restos del Che).

Después de una bebida fresquita, en vez de volver al hotel nos metemos en la Habana Vieja, todo edificios antiguos y calles empedradas. Lástima haber ido cuando anochecía, no hemos visto mucho. Desde allí sí tomamos un taxi al hotel. El cambio de planes me fastidió, porque esta noche era la fiesta del libro cerca del hotel, y había muchas actividades en la calle: lectura de poesía en varios sitios, conciertos en la calle, una enorme venta de libros, etc. Pero nos lo perdimos todo. Por lo menos salimos a tiempo de ver las calles llenas de gente, muchos cargados de libros, con muy buen ambiente. Yo sólo llegué a ver los pocos libros que quedaban, de propaganda política, que estaban ya recogiendo. ¿Serán los que nadie quiso?

otra cosa que había eran postales gratis, cada una con una poesía de un autor latinoamericano, que la gente cambiaba como cromos. Yo sólo tengo una, "Il cuore" casualmente de mi querido Benedetti. Estuvo muy bien ver que se organizan actividades culturales y que atraen a tanta gente.

Cuando volvíamos me ha entrado hambre, he querido pararme a comprar algo caliente aunque me pudiera jugar una mala pasada el estómago (a los turistas nos recomiendan no comer por ahí y beber sólo de botella), pero no encontré nada. Así que hemos acabado en una pizzería anexa al hotel, donde he podido escribir todo mientras nos mataban la paciencia. Acabaremos el día con un mojito para compensar.

Viaje a Cuba: primer día, 5 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Nos hemos pegado un madrugón tremendo, así que el día se nos pondrá cuesta arriba (despegamos a las 7 de la mañana). El viaje es un poco aburrido pero no se me hace largo. La comida (bocata) en el avión hay que pagarla, cosa que escandaliza un poco a Rana (a mí no tanto, si fuera incluída la pagarías igual con el billete). De todas maneras, nos sorprenden cuando nos dicen que la tenemos gratis por ir con un paquete de vacaciones.

En el primer avión, Montreal-Toronto, Rana lee en el periódico que le toca mal horóscopo, pero a mí bueno. Así que si nos estrellamos yo sobreviviré, pienso en broma. El periódico cuenta más abajo que un cinco de julio hace más de treinta años, un avión de Montreal a Toronto se estrelló al aterrizar. Como me ha tocado al lado de la puerta de emergencia, durante el viaje hago doscientas bromas sobre abrirla de prueba, salir a tomar aire, etc. En el segundo avión, a La Habana, tenemos un montón de turbulencias, y mi cuñada se pone nerviosa pensando que no es normal. Yo me enfrasco en el libro que he traído, "El Tao de la Física", me leo la mitad y me quedo enganchado.

Aterrizamos, aduana y maletas van rápido. Nos espera un tipo de Air Canada, para recibirnos y llevarnos al hotel. Hace calor húmedo y pegajoso, aunque está un poco nublado. En el rato que tardamos en llegar al hotel, saco montones de fotos, y me llaman la atención tres cosas:

  • Todo alrededor del aeropuerto y carreteras está lleno de palmeras y mucho verde, hasta poco antes del centro de la ciudad; allí el verde se limita a dentro de las verjas de las casas, pero también abundantemente.


  • Casi todos los coches que vemos son muy antiguos, desde coches rusos pequeñitos hasta grandes americanos de los años cincuenta. Hay algunos modernos de marcas variopintas, europeos, asiáticos, etc.



  • Cada poco hay un cartel al lado de la carretera, pero en vez de anunciar algo para que compres, los ha puesto el gobierno y tienen eslóganes pro-revolución, fotos de "prisioneros del imperio" (sus historias no las conozco), Fidel diciendo "Vamos bien" (cómo me recuerda a alguno), carteles contra el "Plan Bush" (¿?), animando al consumo responsable y ahorro, y hasta alguno con una foto de Chávez.

Por el camino pasamos por delante del memorial a José Martí, ídolo cubano (gracias a la guía que llevamos, ahora sé que fue el líder de la independencia de Cuba cuando era colonia española).

En el hotel nos reciben muy bien, nos dan una gran habitación con tres camas en el piso ejecutivo (piso veinte, buenas vistas). Rana y Maiada se quedan echando una siesta (hemos llegado a las dos de la tarde) y yo salgo a cambiar dinero, a reconocer el terreno y a comprar un cuaderno para escribir lo que vaya viendo. Cambio el dinero y ya fuera del hotel me doy cuenta de todo el que llevo, me preocupo un poco pero recuerdo que todos me han dicho que en Cuba no corro ningún peligro siendo extranjero, así que elijo fiarme y me tranquilizo.

En un mercadillo cercano, me acusan los vendedores (y una cubana que se hace la juguetona para acabar pidiéndome un peso). La excusa de haber dejado el dinero en manos de mi mujer es la que mejor funciona. Por cierto, ha sido curioso notar mi reacción cuando me han ido pidiendo dinero: lo primero que me sale es el "no" automático ya aprendido, pero luego he pensado que aquí son más pobres, así que he acabado dando un poco aquí y allá. Y me he comprado un sombrero, que no traje nada para el sol.


Dando vueltas por las calles veo a cubanos de todos los tamaños y colores. Veo coches pequeñitos llenos de gente, porque como andan escasos de combustible según la guía, llevar a autoestopistas y compartir el coche es una labor social de la que todos están concienciados. Otra consecuencia son los autobuses abarrotadísimos. Por cierto, hablando de autobuses, en poco tiempo he visto ya dos autobuses escolares amarillos de Quebec (lo sé porque todavía tenían el cartelito de "Écoliers"), dos autobuses alemanes, y uno que decía "Transports de Barcelona". Así que aquí acaban comprando, supongo, lo que en otros sitios se desecha porque se va renovando.


He podido ser testigo del famoso piropeo cubano, en su máxima expresión: una linda cubana parada esperando en la acera, un camión con media docena de chavales subidos en el trailer, que empiezan a decirle cosas... el conductor se para, y los siguientes cinco minutos están llenos de piropos sin parar, con distintos niveles de grosería, para la chica que los ignora completamente. Misión cumplida, el camión arranca y se va.

La última parada de mi paseo es una papelería donde he comprado este cuaderno y un bolígrafo (80 centavos, que vienen a ser 90 centavos canadienses). Si las dos bellas durmientes han descansado ya, iremos espero a dar una vuelta juntos y buscar dónde cenar (me han recomendado dos sitios en el hotel, que supongo no serán baratos; hemos oído que se puede comer baratísimo, veremos).

Hemos cenado en una paladar, como llaman aquí a las casas de comida particulares (una familia pide una licencia y con ella puede dar comidas). Nos gustó mucho la comida y fueron muy amables. La anécdota fue pedir café, y un rato después ver al que nos servía al otro lado de la calle, yendo a comprar café. Volvió tres cuartos de hora después, un ejercicio de paciencia para nosotros, aunque tampoco nos importó porque estuvo lloviendo un buen rato. El precio, como en casa: cuarenta pesos los tres.

Luego fuimos a andar un rato. Íbamos por el malecón y un cubano se nos acercó, se puso a caminar con nosotros y a contarnos dónde ir, y se ofreció a enseñarnos un par de sitios. No supimos negarnos, así que acabamos de noche por oscuros callejones. El tipo era simpático, pero el sitio no nos inspiraba mucha confianza; fijándonos más, vimos que la desierta "calle principal" donde nos llevó estaba en realidad llena de habaneros matando el tiempo; nos había llevado a ver cómo la gente vive allí. Cómo habiamos caminado mucho le dijimos que volvíamos al hotel, esquivando sus muchas sugerencias de fiesta y mojito (además Maiada tuvo que fintarle sus empalagosas amabilidades). Como el tipo me contó más veces de las necesarias que tenía una hermana pequeña que necesitaba leche, y como fue tan amable, le di cinco pesos al final. Quería venir a buscarnos al día siguiente...

Acabamos el día con un mojito en el hotel, y empecé a pensar que esos precios tan baratísimos igual son un mito y mejor nos vamos haciendo a la idea de que el turista paga como en cualquier otro sitio.

Viaje a Cuba: preludio, 4 de julio

(Escribo aquí las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Por la tarde hemos estado en casa empaquetando. Comentábamos medio en serio la posibilidad de regalar todo lo que llevemos, menos la ropa que nos pongamos a la vuelta; hemos oído muchas cosas acerca de lo pobres que son allí.

¡¡Mañana nos vamos a Cuba!!

viernes, 13 de julio de 2007

Ya volví, ya me voy

Ayer por la noche llegamos de Cuba. Un viaje inolvidable. Esta tarde nos vamos de finde al bosque, ya contaré a la vuelta.

lunes, 2 de julio de 2007

Se acabó la mudanza

Ufff, vaya semanita. Un montón de ropa y trastos que empaquetar y preparar, la mayoría para mandar por barco a Austria dentro de unas semanas. Luego, todos los muebles; pensé que vendría a buscarlos alguna de estas asociaciones de caridad que luego los vende baratos, pero había que avisarles con semanas de antelación para que vinieran, así que al final alquilé una furgoneta y mi amigo Emmanuel se ofreció a ayudarme a llevarlos allí. De todas maneras a última hora apareció un amigo de un amigo de un amigo al que le interesaban todos los muebles, así que se los di.

Hoy hemos acabado de mover todo, llevamos varios días acabando de dejar el apartamento, y se ha juntado con unos familiares de Rana que han venido de visita. Al menos ahora sí se acabó del todo, hoy incluso hemos podido ir al Festival Internacional de Jazz de Montreal (mucha música en conciertos gratuitos en la calle, en realidad poco jazz, vale la pena).

No creo que escriba antes de irme a Cuba, así que ya os contaré cómo lo he pasado a la vuelta. El viaje promete...