lunes, 16 de julio de 2007

Viaje a Cuba: segundo día, 6 de julio

(Sigo con las notas que tomé en mi viaje a Cuba, del 5 al 12 de julio, con mi mujer Rana y mi cuñada Maiada.)

Me levanté un poco temprano porque el representante de Air Canada que conocimos ayer iba a pasarse a darnos unos consejos. Bajé solo, y al final casi me acabé perdiendo el desayuno, porque el tipo me estuvo hablando largo y tendido de Cuba. El tipo, que estudió física, ha vivido en varios países así que tenía perspectiva cuando hablaba. Me contó que, a pesar de tener dos monedas en Cuba, en la práctica los precios son los mismos para ellos y para nosotros; pero el sueldo medio de un cubano son unos quince dólares al mes. Claro que es muy poco, pero aquí no se paga casa, educación ni médicos, así que el dinero es para el 70% de la comida (el gobierno también da arroz y cosas así). En lo que llevamos algunos cubanos se nos han acercado para que les contemos cómo se vive fuera... lástima no haber tenido a mano una copia de este cuento para dejarles.

Después del desayuno salimos andando con el plan de ver un par de museos. Por el camino paramos a comprar agua, pero la tienda donde entramos sólo tenía aceite y algunas cosas de comer, y la gente nos mira un poco raro. Salimos y un tipo que ha acabado de comprar se me acerca y me enseña una cartilla con anotaciones, me cuenta que el gobierno les da varios kilos de arroz, azucar, etc. (no tengo claro si es del todo gratis, aunque así lo creo).

Por el camino se nos acercó una tipa, que se nos pegó con ganas de seguirnos y hacerse amiga nuestra (me da que estaba un tanto aburrida). Al final la dejamos, pero Rana se enfadó un poco conmigo porque no me libré de ella como debería. Sí, quizás debería haber sido más enérgico, pero es que a mí me vale con decir adiós y pasar de la gente cuando doy la cosa por terminada. Yo también me enfadé con ellas dos, la gente me da información, consejos, me cuentan cosas cuando les doy un poco de cuerda, no sólo es útil sino que pueden sacarse cosas muy interesantes.

Tras una larga caminata llegamos al Museo de la Revolución, que cuenta la historia de aquellos que pelearon contra los españoles como José Martí, hasta el ubíquito Fidel (aunque sobre él no había mucho, hay que decir). Está toda la información muy polarizada, con montones de fotos y pertenencias de mil pequeños héroes de la revolución, y sólo mencionando de paso a los tiranos, pero supongo que es lo suyo en un museo que no es de historia, sino sólo de la historia de la revolución. Me llamó la atención la sencillez del museo, en un edificio que necesitaba un buen lavado de cara y probablemente unas cuantas reformas; ninguna excepción en La Habana, supongo que es por la falta de medios que muchos edificios se caen a trozos. A pesar de unas simples vitrinas y carteles de apariencia un poco menos que profesional, todo es más que suficiente para comunicar el mensaje. Personalmente, me llamó la atención el Che, del que no sé mucho pero quiero averiguar mucho más, sobre todo de su pensamiento. Sólo me he quedado un poco con ganas de una perspectiva más objetiva de la historia del país, y sobre todo de la época más reciente.


(Nota: uno de los días más grandes aquí es el 26 de julio, aniversario de cuando Fidel y otros intentaron su primer ataque al gobierno. Ya hay montones de carteles en la calle recordándolo. La fiesta será grande, ¡qué pena no celebrar mi cumpleaños así!)

Como estábamos cansados, tomamos un taxi y fuimos a un restaurante que habíamos visto pasando por el malecón. Desde aquí he escrito todo lo de hoy, ¡menudas gambas a la parrilla!

Volvimos andando al Paseo del Prado y llegamos hasta el Capitolio. Un tipo que nos sacó una foto me contó las muchas cosas que se pueden ver dentro (desde hace ya muchas décadas no se gobierna allí sino que es un museo), así que hemos decidido venir mañana.


En los varios paseos que llevamos, allá donde vamos, vemos como he dicho ya muchos edificios que necesitan reparaciones al menos por fuera, y en casi todos vive gente. En la casa privada donde cenamos ayer, vimos muchos muebles antiguos, casi todos en mal estado. Da mucha pena pensar en estas casas, llenas de bonitos detalles por dentro y fuera, pudriéndose por falta de medios.

La gente es realmente encantadora. No se ve a nadie corriendo ni estresado (quizás en parte porque según me dijo el de Air Canada, muchos no tienen nada que hacer ahora en verano). Todos son muy amables con nosotros, aunque a veces un poco pesados como ya he comentado.

Como me contaban esta mañana, aquí casi todo el mundo ha ido a la universidad, aunque luego trabajen de otra cosa (el gobierno paga poco, suele ser mejor estar de camarero en un hotel por ejemplo). No creo que se pueda culpar al gobierno por los bajos sueldos, apenas hay recursos naturales y el embargo americano es muy fuerte (más sobre esto después). Aun así, quiero saber más acerca de las relaciones económicas de Cuba con otros países; la libertad de expresión y oposición en Cuba; y otras imposiciones del gobierno (por ejemplo, ¡los cubanos no pueden hospedarse en hoteles en Cuba!).

Sentado aquí escribiendo me vienen a la imaginación Hemingway tomando daiquirís en una famosa cafetería no lejos de aquí, y al Che escribiendo quizás como yo (pido perdón por la presunción) en sus viajes (me he comprado en el museo sus diarios de viaje, en los que se basa "Diarios de motocicleta", que no he visto pero Rana me ha recomendado muchas veces).

(Estamos sentados en un café, y recordando lo mucho que hemos sudado aquí con el calor y el caminar, Rana me dice: "¿Cómo es que no hueles mal aquí pero en Montreal sí?"... divorcio a la vista).

No sé muy bien qué día es, ni me importa, es como si llevara semanas aquí... sólo tenemos que tener un poco de cuidado organizando porque queremos dejar un día o dos para ir a Varadero (magníficas playas) y posiblemente Santa Clara (donde están los restos del Che).

Después de una bebida fresquita, en vez de volver al hotel nos metemos en la Habana Vieja, todo edificios antiguos y calles empedradas. Lástima haber ido cuando anochecía, no hemos visto mucho. Desde allí sí tomamos un taxi al hotel. El cambio de planes me fastidió, porque esta noche era la fiesta del libro cerca del hotel, y había muchas actividades en la calle: lectura de poesía en varios sitios, conciertos en la calle, una enorme venta de libros, etc. Pero nos lo perdimos todo. Por lo menos salimos a tiempo de ver las calles llenas de gente, muchos cargados de libros, con muy buen ambiente. Yo sólo llegué a ver los pocos libros que quedaban, de propaganda política, que estaban ya recogiendo. ¿Serán los que nadie quiso?

otra cosa que había eran postales gratis, cada una con una poesía de un autor latinoamericano, que la gente cambiaba como cromos. Yo sólo tengo una, "Il cuore" casualmente de mi querido Benedetti. Estuvo muy bien ver que se organizan actividades culturales y que atraen a tanta gente.

Cuando volvíamos me ha entrado hambre, he querido pararme a comprar algo caliente aunque me pudiera jugar una mala pasada el estómago (a los turistas nos recomiendan no comer por ahí y beber sólo de botella), pero no encontré nada. Así que hemos acabado en una pizzería anexa al hotel, donde he podido escribir todo mientras nos mataban la paciencia. Acabaremos el día con un mojito para compensar.

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