sábado, 26 de noviembre de 2005

Finde en el convento

Llevo tres días metido en el hotel, porque Tony no viene por aquí y no hay ningún motivo para salir fuera. Bueno, eso no es cierto, hay dos restaurantes aquí al lado. Si no estuvieran al lado no iría, porque fuera hace frío, a ratos bastante, y a ratos muchísimo, con la nieve y el viento. Aunque al menos para una cosa sí me ha valido el frío: el portátil me dio problemas el otro día, y como suele ser porque se recalienta, lo saqué a pasear cinco minutos, y cuando volví se había calmado.


Uno de los resturantes es una barbacoa mongola (de Mongolia), yo no le veo la parte mongola por ningún lado, pero ayer fui y estuvo bien. Lo malo fue pedir arroz, porque me pusieron un montón y es lo que llevo comiendo casi exclusivamente durante estos días. Además de eso, ayer también hubo una aventurilla sin tener que salir de aquí: estaba por la noche con el ordenador, con el Ogame (un juego online), a punto de ser atacado por un enemigo. Era necesaria mucha coordinación, elegir el momento para escapar, ni demasiado pronto ni demasiado tarde. Claro que de poco te sirve estar atento para salvar tu imperio intergaláctico cuando unos minutos antes del clímax... salta la alarma de incendios en el hotel.

Y ahí estoy yo, pensando en coger la cartera, el móvil, el pasaporte. ¿Y qué hago con el portátil? No sabía si llevármelo (tardaría un par de minutos), si dejarlo, si quedarme en la habitación y perecer heroicamente entre las llamas para salvar mi flota espacial de la destrucción... al final no hubo problema, porque cuando bajábamos algunos por el ascensor (así de precavidos que fuimos, sí) nos dicen que subamos otra vez, que no pasa nada. Llegué a tiempo de hacer mi jugada y me fui a la cama viendo a través de la ventana las luces de ambulancia y bomberos que habían venido, nunca sabré para qué. Bueno, podría preguntar, claro, pero paso. Nunca lo sabré.


Pues resulta que Tony me ha llamado hace un rato pra quedar a comer. Claro, la casa que le están haciendo necesita algunos papeleos extra, por eso ha venido. Aprovecharé para que me lleve a hacer la compra y poder atrincherarme más todavía aquí. Ya os contaré cuando haya alguna novedad.

miércoles, 23 de noviembre de 2005

Aclimatándome

Estos días aquí no han ido mal. Estoy en un buen hotel, cerca de la universidad, aunque aparte de un par de restaurantes no hay nada más. Ya he dado una de las dos charlas que tenía que dar, y no fue mal. Lo malo es que Tony en realidad no vive aquí todavía (le están haciendo una casa) así que le veré sólo algunos días por semana. Tampoco es un gran problema, tengo todo lo que necesito en mi portátil y tengo internet en el hotel. Supongo que pasaré casi todo el tiempo aquí metido, ahora que llega el frío.

La única aventurilla que he tenido ha llegado esta mañana. Como tengo cocina, he preguntado dónde podía ir a comprar comida, y cuando me han preguntado "¿tienes coche?" me he dado de morros con uno de los paradigmas estadounidenses: sin coche no eres nadie. El centro comercial más cercano estaba a 1.5 millas. Así que me he puesto mi superabrigo, mis cascos y me he preparado para un buen paseo siguiendo la carretera. Lo malo ha sido que nada más salir ha empezado a nevar ligeramente, y aunque no había mucho viento, no ha parado en todo el día. Así que he llegado al hotel bastante helado, pero al menos esto vale de entrenamiento para mi vuelta a Montreal.

Mañana es acción de gracias aquí, y seguramente pasaré el día trabajando en mi habitación, no pasa nada porque la fiesta me da igual, pero me recuerda a mi acción de gracias del año pasado, que también pasé en EEUU...

domingo, 20 de noviembre de 2005

A punto de llegar

Acabo de ser procesado por el engranaje de la burocracia estadounidense. Papel azul para aduanas. ¿No eres canadiense? Papel verde para inmigración. Apellidos (no hay espacio para dos), nombre, fecha de nacimiento, nacionalidad. Firmar y fecha. Repetir por el otro lado. Repetir en el otro papel.

Primera cola de pasajeros. Agente de inmigración con cara de aburrido, me pregunta dónde voy, a qué, cuánto tiempo estaré. Huella izquierda, huella derecha. Foto. Sello y resguardo, si lo pierdo estoy perdido.

Siguiente cola para el escáner de maleta, ésta es rápida, la única. Continúo.

Tercera cola. Sacarse hasta los empastes de encima. Portátil, cartera. Mi mochila está un poco más de tiempo de lo normal dentro de la máquina de rayos X. Primero pienso que me van a recalentar el zumo y las galletas, pero luego me pongo serio y me pregunto si me habré dejado algún pequeño objeto afilado dentro. ¿O están mirando mi peluche? ¿Querrán destriparlo para ver si un peluche de tamaño medio contiene más relleno de algodón que la cabeza de algunos agentes de inmigración? Mi portátil ha tenido suerte, sólo un vistazo rápido por encima.

Por fin me pongo mi abrigo, mochila, portátil al hombro. Me siento y espero; en un rato por fin montaremos en el avión. God bless America.

[Horas después]

Estoy en el hotel, he pasado la tarde con Tony hablando un poco de todo. Tengo internet gratis en la habitación, pero sólo me pagan una o dos noches y es muy caro para pagarlo yo, así que hemos buscado algo más barato. Hemos encontrado un hotel que cuesta tres veces menos y está tres veces más cerca de la facultad. Por lo demás, poco que reseñar. El martes doy la primera charla y después trabajarmos dos semanas, doy la segunda charla (igual que la primera) y un par de días después, de vuelta a casa. Pan comido, ya os contaré.

Por cierto, cuando íbamos en coche había un cruce, si ibas a la izquierda llegabas a Toledo (!) y si ibas a la derecha, que es donde nos tocaba, llegabas a Flint (ciudad natal de Michael Moore). Que no se diga que no he visto nada curioso hoy.

sábado, 19 de noviembre de 2005

Hasta pronto

Esta noche tengo una cena (por iniciativa mía, en un restaurante español) y mañana temprano salgo para EEUU, que no me pase nada. Son sólo un par de horas, ya intentaré escribir pronto desde allí. ¡Saludos!

miércoles, 16 de noviembre de 2005

La primera nevada

Ayer nevó, la primera vez este invierno (aunque todavía es otoño). De hecho hoy casi no ha hecho frío, pero seguro que la gente de aquí lo nota mucho: el aviso de que se acercan unos cuantos meses de frío y oscuridad. Por lo menos yo estoy preparado: me he comprado un abrigo tan gordo, que en realidad son dos (sí, se desmonta). Os pongo unas fotos con y sin abrigo:


Y si me quito algo más...

sábado, 12 de noviembre de 2005

Imperialismos

Llevo un par de semanas mirando el pronóstico del tiempo de vez en cuando, a ver cuándo pasamos aquí la barrera psicológica de los 0 grados ("ni frío ni calor"). Ya estaba haciendo más y más frío últimamente (aunque alegra bastante el soleado cielo sin nubes) y ayer por la noche he visto en una tienda que la temperatura era de 28º. Después de unos segundos de desconcierto (la línea del "menos" no funciona, o es una tienda de estufas, o mide la temperatura en distintos lugares del mundo, como los relojes de los bancos) he caído en que eran grados Fahrenheit. Había pasado la barrera, que equivale a 32ºF, sin darme cuenta, y no he podido hacer todo tipo de poesía y prosa acerca de ese hecho tan relevante. Así que para compensaros por la digresión filosófica que os habéis perdido, os cuento algo que me pasó con Randy el otro día en relación con esta cosa tan buena para la mente que es tener dos sistemas de medida.

Estaba tocando el piano en su casa, y sube del sótano con cara preocupada. Se acerca a mí y me dice que siente bastante calor. Siendo una mujer mayor, puede ser cualquier cosa, pero ella ya ido a por el termómetro. Me pregunta "¿qué temperatura es la normal?" Le digo que, si no me equivoco, unos 36 y algo. Ella me dice que según el termómetro tiene 34, así que no pasa nada, está bastante cerca... como le comento que dos grados y medio no es poco (si hubieran sido de más habría sido algo serio), le sugiero mirar en internet cuál es la temperatura normal. Pero para ella eso es todo un esfuerzo, y recuerda en ese momento que lo normal son 98.6 grados Fahrenheit. De algún recóndito rincón en mi cabeza de repente salen los números "0ºC=32ºF y 100ºC=212ºF". Así que tendré que hacer una resta y luego una regla de tres...

Le pongo la mano en la frente a Randy, le digo "pues a mí me parece que estás bien", nos encogemos de hombros, y vuelvo a tocar el piano mientras ella va a hacer su cena.

Qué voy a hacer yo, que los científicos americanos no hayan intentado ya...

jueves, 10 de noviembre de 2005

Música del mundo árabe

Ya va quedando poco para mi viaje. Como siempre, el equipaje el día antes, pero los billetes y papeles que son lo que importa ya están. O eso espero, porque voy a dar dos charlas allí, y en una de ellas me dicen en la carta que me pagarán $100, cosa que puede ser ilegal si no tengo el visado o permiso correspondiente. Normalmente pasaría del tema, pero como es EEUU no me fío mucho.

Por otra parte, mi casero también me pone nervioso, porque después de ocho días todavía no ha cobrado el cheque del mes. Igual soy demasiado paranoico, pero puede que me esté preparando alguna. Menos mal que ya me conocen bien los del 911 y seguro que si pasa cualquier cosa puedo contar con ellos.

En fin, aparte de estas cosillas la semana ha ido bien. El trabajo que estoy haciendo, aunque no me da la impresión de valer para mucho, al menos lo estoy acabando, y algunas cosas he aprendido, aunque sea poco de matemáticas. Todavía no hace mucho frío, seguimos a un nivel que ya era conocido para mí en España. Y sigue habiendo mucho para entretenerse, esta semana es el Festival du Monde Arabe en Montreal, y ayer fui a un concierto de un músico iraquí que es uno de los mejores del mundo tocando el laúd, fue impresionante, y aunque había escuchado un trozo de un CD y la música me sonaba extraña, ayer no me pareció tan alejada de lo que conozco ni mucho menos. Vamos, como Paco de Lucía pero de un poco más lejos.

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Otra vuelta de tuerca

Esta semana he conseguido dar otro paso más para acercarme a la existencia de mi ser. Sí, porque lo de "pienso luego existo" está ya muy pasado. La versión del siglo XXI de la filosofía de Descartes se podría condensar en la frase "no te tenemos en la base de datos, luego no existes".

Pero ayer cayó otra pieza más: ya tengo TARJETA DE CRÉDITO. Sí, no es que no tuviese una ya, pero quiero librarme de mis últimos vínculos con las sangüijuelas del BBVA ("Adelante") y si todavía tengo allí una cuenta es porque siempre viene bien tener la tarjeta para emergencias, que alguna vez ha ayudado. Pero por fin, estas navidades cuando vaya me libraré de ellos, dándoles una proverbial patada habiendo cogido 6000 Km de carrerilla.

En principio podía conseguirla sin más que hacer un depósito de tanto dinero como límite quisiera en la tarjeta (por no ser residente permanente aquí, claro). Pero cuando llegué a mi banco me dijeron que tenía que ser mínimo tres años. De todas maneras la mujer que me atendió me dijo que la pedía igualmente por si colaba, y de hecho ha sido así, sin depósito ni nada. Genial, un poco de suerte con la burocracia no viene mal.

Además tuve un momento gracioso con ella, nada más llegar (en inglés, claro):

Yo: Hola buenas, yo venía para pedir una tarjeta de...

Ella: ¡Anda, una bolsa del Corte Inglés!

Y efectivamente, el táper con mi comida iba en una bolsa de los susodichos almacenes, que debía de tener perdida por casa y cogí sin darme cuenta. Resulta que había estado por Madrid de turismo y se acordaba... no sé si a mí me pasaría lo mismo con unos almacenes canadienses.

Por otra parte, acabo de dejarle a Peter en la puerta una carta con la factura de la ventana, el cheque con el dinero del mes menos lo que pagué, y una carta que lo explica todo. Me espero cualquier cosa de mi casero, que intenta hacerse el simpático pero me da la impresión de ser un rata (puso verde a Peter delante de mí la última vez que vino, una buena puñalada por la espalda, supongo que para justificar no hacer mis reparaciones).

El domingo cené con Emmanuel y Yukiko, lo pasé muy bien. Son muy majos, seguro que nos veremos muchas veces, aunque él no trabaja en el mismo edificio que yo. Por cierto, ya conozco dos matemáticos franceses llamados Emmanuel que se han ido a otro país y se han casado, y que ahora tienen una postdoc en Canadá.

Y además de estar preparando el viaje de dentro de 18 días, y de mucho trabajo pendiente, también voy a mandar solicitudes para dos plazas de profesor que han salido en Montreal. No se muy bien las condiciones, pero seguro que son mejores que mi contrato de postdoc, y de más duración. Tardaré en saber algo pero ya os contaré.