sábado, 28 de enero de 2006

Cuentos chinos

Hubo elecciones aquí el lunes, y ganaron los conservadores. El nuevo primer ministro es un tipo que ha dicho cosas como que quiere sacar a Canadá del protocolo de Kyoto, aumentar el presupuesto militar, mejorar las relaciones con EEUU, y otras lindezas. El consuelo es que gobierna en minoría, así que tendrá que hacer muchos tratos con partidos no afines, y no podrá sacar muchas de estas cosas adelante; en España ya sabemos lo que las mayorías absolutas pueden hacer.

El jueves fui con una amiga a Chinatown, porque como aquí a veces te toca un médico un poco malo ella quería ir a un médico chino, y a mí me apetecía visitar otra vez la zona. Total, la medicina china es bastante distinta de la occidental, usan muchas más hierbas, y ven el cuerpo humano de otra manera. El caso es que aproveché para preguntar si tenían algún té que ayudara a la digestión, y me dieron dos cajitas misteriosas.

 


Una de ellas son pastillas para chupar. La otra son unos botecitos que tienes que tomarte después de las comidas. O eso creo recordar, porque en las cajas está casi todo en chino. Que no me pase nada.

El finde pasado fui a tirarme por la nieve en trineo, nos lo pasamos como enanos. Aparte del sitio lleno de gente, luego a la vuelta mi amigo Emmanuel y yo nos lanzamos colina abajo por un sitio donde había árboles, nos la jugamos un poco pero fue emocionante. Seguro que volveremos a intentarlo un día de estos.



Y poco más por ahora...

sábado, 21 de enero de 2006

Volviendo a lo de siempre

Bueno, tras ese inciso, os cuento que esta semana ha sido un poco agobiante en cuestión de trabajo, en parte por un artículo que daba por terminado pero que vuelve del más allá para darme más trabajo; y en parte por sustituir a John, han sido tres clases más mi propio tutorial, más el lío de unos ejercicios que tenía que haber puesto en la web de un curso y he andado liado intentando hacerlo yo. Lo bueno es que los alumnos te suben la moral, cuando les he dado las horas de oficina de John para atenderles me han preguntado si yo también tenía horas para dudas. Me sabe mal no ayudarles, pero últimamente estoy trabajando poco así que no puedo comprometerme a nada.

Por lo demás, esta semana he empezado los cursos de tango, sólo un par, para estar tranquilo. A ver si no me desconecto, que estoy un poco vago con el tema aunque me gusta mucho todavía. Y mañana domingo he quedado para ir a Mont Royal, el monte que hay en la ciudad, a revolcarme por la nieve (vamos, a deslizarme ladera abajo, pero seguro que se parece más a lo primero que a lo segundo).

Disculpas públicas

Me disculpo ante Dios por haber criticado su magnífico diseño atmosférico. En mi arrogancia, me he atrevido a hacer críticas acerca de su Divina Obra, y he sido doblemente castigado por ello.

Venganza nº 1. La misma noche en que escribí la última entrada del blog, estaba en el despacho y salí un momento, al pasar por delante de una ventana vi que estaba nevando con cierta fuerza. Un rato después había parado, parecía que había sido poco. Pero cuando salí a la calle hacía un frío tremendo; la temperatura había bajado muchos grados de golpe... y la poca nieve que había caído se había helado rápidamente. Así que, en lugar del habitual hielo rugoso con el que hay que tener cuidado, me encontré con un hielo muy, muy liso, digno de una pista de patinaje. El habitual minuto y medio desde la facultad a mi casa se convirtió en una aventura de casi diez minutos: más de uno para salir de la acera, otro para llegar por el medio de la calle hasta mi portal, y otros seis para cruzar la acera hasta la puerta, debido a una ligera pendiente enmi contra. Y con la ayuda de un buen samaritano, que había aparcado justo delante y salió del coche para empujarme y ahorrarme medio metro.

Venganza nº 2 (ojo: anécdota escatológica). La mañana siguiente, mientras estaba en el servicio, me llaman por teléfono. Como el número no me salía lo tuve que coger, y era la secretaria del departamento donde estuve en EEUU en noviembre, porque había un problema con pagarme el billete. Mientras mis tripas se empeñaban en hacer todo tipo de efectos sonoros, yo disimulaba lo mejor que podía. ¿Que si tengo bolígrafo a mano? Sí claro claro, ahora cojo uno.

Y entonces mi "vecino" en el servicio tiró de la cadena.

Durante unos segundos, silencio al otro lado de la línea. El único sonido que se escuchaba en el mundo entero era el del agua de la cisterna.

Y la tipa, con un cierto tono indescriptible en la voz (ojalá la hubiera tenido delante para ver si se estaba partiendo o muriéndose de asco) continuó la conversación durante unos minutos más.

Que Dios se apiade de vosotros.

lunes, 16 de enero de 2006

Que me devuelvan mi dinero

No hay como quejarse. Resulta que hace algunos días tuvimos una "ola de calor". No es que hiciera realmente calor, pero podías salir a la calle casi sin abrigo, la nieve se derritió... un desastre, después de haberme comprado un abrigo que hace que mi envergadura se duplique, una bufanda que es el doble de larga que cualquiera que yo haya visto antes, etc. Así que yo iba por ahí diciendo "vaya mierda de invierno que tenéis en Montreal" y cosas parecidas. Hasta que el sábado empezó a nevar otra vez, y eso por sí solo no significa nada, pero como luego las temperaturas bajaron de golpe unos veinte grados, pues la poca nieve que había caído se heló, y yo con zapatillas de deporte intentando no escojonciarme. Para que luego digan que Dios no existe. Ahora, castigado con temperaturas por debajo de -15, me duelen hasta los dientes del frío que se coge en la calle en cinco minutos.

En fin, anécdotas aparte, todo sigue muy tranquilo. La semana pasada empecé las clases en la uni, en realidad sólo las prácticas de una asignatura. Pero está interesante, es matemática discreta así que son cosas que uso todo el tiempo pero que nunca tuve que enseñarle a nadie; aunque, como John es un poco desastre, tengo que andar preguntándole qué les ha contado en clase (el curso lo da él) porque se salta las cosas previstas. Además esta semana empiezo los cursos de tango (pocos esta vez) y ya empecé con los niños la semana pasada.

Por otra parte, hoy he tenido una clase un poco movida, más que nada porque no era la mía. Resulta que John se cayó en la calle el otro día y hoy no podía venir, así que le he sustituido. En principio era fácil, porque es un curso sobre un programa (Maple) que yo uso todo el tiempo. Además iba a ser pan comido porque en su web de profesor se suponía que había un fichero de ejemplos y eso. Claro, se suponía, porque hasta 30 minutos antes de la clase no he conseguido su clave, y hasta 15 minutos antes no he visto que no había nada para esta clase. Como por suerte el coordinador de la asignatura me había dejado echarle un vistazo al fichero en su cuenta, he podido saber un poco lo que contarles.

Lo mejor ha sido cuando, terminando la clase, una alumna levanta la mano, me paro para ver qué quiere, y me pregunta "¿va a darnos clase más veces?". Claro, que compararme con John no tiene mucho mérito... (casi todos los votos dan la puntuación mínima, menos uno que le dio una muy alta, porque hay otro John McKay en la universidad).

Este finde ha resultado también interesante, hemos ido a patinar a otro sitio, que era peor porque estaba lleno y era más pequeño, y encima lleno de niños, con lo peligrosos que son. También allí tuvimos anécdota: nos sentamos para descansar, y veo sobre una mesa una bolsa de plástico con envoltorios arrugados. Menos uno, que era de un Kit Kat, que parecía muy entero... en efecto, alguien se había dejado uno sin abrir entre las sobras. Me pongo a comerlo, me cambio de sitio para estar más cerca de los amigos, y entonces viene una madre con su hija y se pone a ver que faltaba un Kit Kat. Resulta que se lo habían dejado ellas, pensando en volver. Culpa suya, por dejar cosas donde se puede sentar cualquiera. Encima yo dejé el envoltorio vacío en el mismo sitio cuando acabé...

Ayer fuimos al cine, vimos una película extranjera que se llama "Live and become" sobre un niño etíope al que su madre manda a escondidas con otra mujer a Israel para que no se muera de hambre. Recomendada queda, si podéis encontrarla. La semana que viene igual vamos otra vez (a ver otra peli, claro). Ya os contaré.

martes, 10 de enero de 2006

Deportes de invierno

Ea, ya llevo unos días en Montreal. El viaje de vuelta se me hizo muy corto de nuevo, salvo por las 20 horas en Londres, aunque valió la pena porque pasé un rato muy bueno con mi amiga Carmen (qué pena no haber hecho alguna foto para el weblog) que vive en Oxford, toda una campeona.

Para empezar bien el invierno este año, fui a patinar el otro día. La verdad es que tenía algo de miedo, más que nada porque sólo lo había hecho una vez hace años y resulta que, aparte de alguna caída propia, lo que más recuerdo es cómo una vez me cayó alguien encima cuando yo ya estaba en el suelo, acertando con su rodilla sobre mi cabeza. Pero bueno, hay que superarse, así que allá fuimos unos cuantos.


 


Aparte del buen recuerdo, me queda como souvenir un dolor muscular en el cuello, provocado probablemente por la tensión del debutante, unido quizás a la caída de espaldas que protagonicé (bellísima según mis amigos).

En otro orden de cosas: fui a una tienda de música a preguntar por teclados; quiero tocar el piano en casa mejor que andar de visita, y un piano de verdad sería caro, requiere mantenimiento, si me mudo es un lío, etc. así que mejor uno electrónico. Y resulta que en un par de semanas tienen uno que me puede ir como anillo al dedo, y encima es más barato de lo que esperaba. Si todo va bien, antes de febrero lo tendré.

Y por ahora, poco trabajo porque ando con papeleos, voy a pedir otra plaza más aquí en Montreal, a ver si suena la flauta. Por ahora no pediré nada más (ya había pedido otra aquí mismo) porque no hay nada de mi área y paso de "papelear" a lo tonto, pero ya seguiré, que algo caerá.

martes, 3 de enero de 2006

Volviendo a casa

Después de dos semanas de vacaciones, con todo lo que eso conlleva, toca volver. Aunque tratándose de mí no podía terminar sin una aventurilla...

Ayer lunes se me ocurrió mirar mis horarios de vuelo, para no hacerlo el día antes como siempre. Y me llevé una buena sorpresa cuando vi que aterrizaba en Heathrow a las 15:25 del día 4, y despegaba de allí a las 14 del día 5. ¡Un día en Londres, y yo con estos pelos!

Así que esta noche estaba buscando hotel para mañana por la noche. Y claro, he descubierto que nadie te hace una reserva online con tan poca antelación. Ya estaba empezando a hacer una lista de hoteles que recorrer a pata mañana, cuando he sido salvado online por mi queridísima amiga Carmen, que vive en Oxford. Haré un viajecito en bus desde el aeropuerto, la veré (todo un regalo de Reyes), dormiré en su piso y por la mañana seguiré mi camino. La vida nunca deja de sorprenderte...

El siguiente post, desde casa.