miércoles, 13 de abril de 2005

Las recetas del tío David


HOY: CUMMIN SALMON


Ingredientes (una persona)
Dos filetes de salmón pequeños (o uno grande)
Aceite
Sal
Harina
Leche
Una cantidad indeterminada de "cummin" (ver más abajo)

Preparación

Ante todo, conviene tener todos los ingredientes a mano porque el "timing" es esencial. Lo primero es darle una vuelta en la sartén al salmón. Después se retira, y se hace la salsa: con el aceite que queda en la sartén, y con el fuego muy bajo, se echa la harina. Cuando está cogiendo un color marrón, hay que ponerle la leche mientras damos vueltas sin parar para que la harina no haga grumos. Después podemos echar agua si está quedando demasiado pastosa. A partir de ahí, cuando hemos superado ese momento crítico, echamos sal y "cummin" (poco de lo primero, bastante de lo segundo). Damos vueltas para uniformizar y ponemos otra vez el salmón hasta que esté bien hecho.


Lo que ocurrió en realidad

Estaba decidido a hacerme un pescado en salsa para cenar. El caso es que el salmón es, a mi gusto, el peor pescado para hacer en salsa, porque ya tiene mucho sabor de por sí. Pero es el UNICO que he podido encontrar cerca de casa (Montreal está a muchos km de la costa así que comer pescado es un lujo). Por otra parte, la elección de la especia, en este caso el "cummin", fue una cuestión puramente olfativa: en el especiero de casa hay montones de cosas, con etiquetas en inglés. Dado que me salté el curso de inglés culinario, simplemente cogí la que olía mejor (de probarlas ni hablar, claro). A día de hoy, sigo sin saber qué es.

Así que cogí todos los ingredientes y me puse a ello. Lo primero era partir la rodaja gorda de salmón en dos filetes, cosa que habría sido infinitamente más fácil si me hubiera acordado de sacar el salmón del congelador un rato antes. En fin, los "dos filetes" fueron al final "varios trozos pequeños de formas variadas" (creo que la próxima vez haré una receta de sushi). Después, intentando recordar cómo se hacía la salsa, acabé con una masa de harina marrón en la sartén que, a base de ingentes cantidades de agua y de mucho remover y aplastar con la espumadera, se acabó convirtiendo en una salsa no demasiado grumosa. La cantidad de "cummin" usada fue inmensa, porque era la única manera de compensar la tonelada de sal que eché sin querer.

Me temía lo peor, pero estaba dispuesto a comerme mi engendro (si te obligas a ti mismo a comer todo lo que cocines, tu cerebro reacciona y aprende más deprisa para la próxima vez). Sorprendentemente, ¡estaba bueno! Así que os animo a que sigáis mi receta (obviamente elegid los ingredientes de acuerdo al idioma y al país que mejor os venga, o lo que os obliguen las circunstancias).

El próximo día intentaré usar el horno. Que Dios me coja confesado.

1 comentarios:

... y Anónimo dijo...

Hola mochuelo,

Veo que esas horas de cocina van dando su fruto. En un par de vidas más serás el nuevo Adriá o Davitxu. Por cierto, es peligroso poner estas recetas a la vista de todos (especialmente alguno de Corrales), sin advertir algo así como "no hagais esto si vuestras mamá no están delante" o "tortilla rodada por especialistas en cocina cerrada", que luego vamos teniendo windsors a la buelna de la esquina.

Saludos