Relojes impuntuales
Ha costado darse cuenta de que ha empezado el año: vuelta de vacaciones, preocupación por el padre de Rana, la confirmación de un nuevo trabajo (nuevo país, nuevo capítulo de mi vida, nuevo blog) que no acaba de llegar...
Como si relojes y calendarios te ignoraran, ahora que durante un corto periodo de tiempo todo va más lento para ti. Como cuando vas en autobús en visita turística y te pierdes las calles y los monumentos porque estás mirando al suelo buscando algo que se te ha caído.
Y el tiempo loco, ayer menos diez grados, mañana por encima de cero, que juega contigo y no te deja acabar de creerte que estás en el invierno canadiense.
Algo no acaba de cuadrar, los engranajes no están del todo en su sitio y el reloj chirría. Pero siempre optimismo al final, siempre.
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