Dentro de una semana, a estas horas creo, estaré cogiendo un taxi hacia el aeropuerto, y unas cuantas (bastantes) horas después, el 23 de agosto, estaré aterrizando en Madrid. Hasta hace unos pocos días no era consciente de esto, de que volveré a la que ha sido mi casa durante más de 20 años, y posiblemente a la ciudad donde he vivido cinco años y algunas de las cosas más importantes de mi vida. No, no soy muy consciente, ni aun a sólo una semana; porque, afortunadamente, tengo una vida aquí, cada vez más llena de gente y cosas importantes; y aunque desde hace unos días se me han despertado deseos y sueños de volver a España para quedarme algún día, sé que sólo es el recuerdo de lo bueno que tuve, pero estoy aún más convencido de que aquí estaré tan bien como he estado nunca en ningún sitio, porque yo estoy como nunca lo he estado antes. De todas maneras, qué aburrida sería la vida si pudiera uno hacer planes de futuro sabiendo que van a cumplirse...
En un nuevo capítulo del culebrón "El matemático no tiene quien le escriba", he mirado el correo, como todos los días, y hoy tampoco ha llegado mi permiso de trabajo. Si no llega antes de que me vaya, no sé exactamente cómo tendré que hacer para volver a entrar en el país. Si alguien tiene alguna patera de sobra, que me haga el favorcillo...
Todavía escribiré una o dos veces más antes del viaje, supongo, pero pronto estaré escribiendo a la hora de comer, o de cenar, o a cualquier otra... sabiendo que casi todos los que pasáis por aquí estáis haciendo lo mismo, en lugar de cenar cuando yo desayuno, dormir cuando yo salgo a pasear... y con suerte, en uno u otro momento estaré haciendo alguna de esas cosas con algunos de vosotros.
Besos y abrazos